La campaña de segunda vuelta avanza y los candidatos Guillermo Lasso y Andrés Arauz buscan atajos para tentar a un electorado cautivo que representa el 36% de electores que votaron por la tercera y cuarta vía; proyectos progresistas, con profunda preocupación por la violencia de genero y aspiraciones de colocar a la naturaleza como el patrimonio nacional más preciado. Aquellos que votaron por Yaku Perez y Xavier Hervas superaron el binarismo y la política en clave moral de los honestos frente a los corruptos y escogieron soluciones concretas a las causas más sentidas de los movimientos sociales.
El 11 de abril los ecuatorianos elegimos nuevo presidente, pero la segunda vuelta quedó reducida a la tendencia y polarización a la que nos acostumbraron: correísmo vs. anticorreísmo y dejó huérfano de representación a los activistas y desencantados de la política tradicional. Vivimos el antagonismo como simplificación del campo político.
Ni Pérez ni Hervas pasaron a segunda vuelta, solo nos queda Don Guille y Andrés. Así las cosas, ¿qué posición tomarán los ecologistas, feministas, defensores de los derechos de la comunidad LGBTI, jóvenes protectores de los animales, jóvenes cansados de la vieja política, frente a los dos modelos en diputa? Lo conveniente es revisar las agendas, los compromisos de los candidatos, recapitular la historia, averiguar posiciones y escarbar la coherencia.
Por primera vez el tema del medio ambiente y la igualdad de género se tomó el debate político en una elección presidencial. Qué candidatos son verdes, preocupantes o tóxicos lo midió la iniciativa Frente al Ambiente que puso bajo el verdescopio a todos los presidenciales. Pero esta vez corresponde profundizar los planes de gobierno de Lasso y de Arauz en torno a la ecología, con todos los matices, compromisos, deudas del pasado, verdades incómodas y mentiritas.
Incoherencias y algunas mentiritas. La propuesta de Arauz
El plan de gobierno del candidato del correísmo, en materia medio ambiental, reza casi todos los versículos del llamado “cambio de la matriz productiva” que lideró Jorge Glas, pero ahora le llaman “cambio de la matriz energética”. A simple vista parece un plan de vanguardia, pero carece de soluciones concretas y compromisos. Se trata de una lista enunciados políticamente correctos y adaptados a la economía verde.
Si leemos el plan de gobierno de Arauz y nos circunscribimos solo al texto, parece un plan súper eco amigable, que sigue los postulados de los Objetivos y Metas del Desarrollo Sostenible de la ONU. Sin embargo, el emisor también es el mensaje. Arauz no ha tomado distancia del proyecto político de la Revolución Ciudadana.
Los mismos que explotaron el Yasuní, arrojaron a un ecocidio a los pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAVs), inauguraron la mega minería a cielo abierto en la Amazonía, expandieron la frontera petrolera en el Sur-Oriente, promovieron la minería en los páramos y fuentes de agua, los que nunca consultaron y persiguieron a los defensores de la naturaleza, son los padrinos de Arauz y engendradores. Arauz representa el modelo del continuismo.
En la propuesta de Arauz, en el último debate y en todas sus intervenciones apunta a continuar con el modelo de dependencia de la exportación de materias primas, pero al mismo tiempo quiere convencer de que es necesaria una transición a una economía post petrolera y la sustitución las materias primas de exportación, pero no te dice con qué, mucho menos cuándo. Propone el paso a la industrialización digital, uso de tecnología verde y hasta habla de justicia climática global.
Primera mentirita: Frenar el cambio climático y el Yasuní
El enfoque de política internacional de Arauz será el reclamo de la justicia climática. “Ahí esta la verdadera solución”, dice, “los principales responsables son los países del norte y ricos”. ¿Le creemos?
En un plan de gobierno que insiste en la transición energética pero que no se compromete a frenar la expansión de la frontera petrolera, que ni menciona la política minera, ni rechaza el extractivismo en zonas ecológicamente sensibles, en fuentes de agua, lo único que le quedó a Arauz es disparar contra el imperialismo. El fundamento clave de la justicia global climática se basa en dejar el petróleo bajo tierra para detener la emisión de gases de efecto invernadero, producido por la quema de combustibles fósiles, pero Andrés no se ha enterado de ese detalle.
En el segmento Indignadas, del programa Ingobernables, del 7 de marzo del 2021, participó la representante de Yasunidos, Antonella Calle, y le preguntó a Andrés Arauz sobre su posición sobre la explotación del Yasuni, de evitar el exterminio a los pueblos no contactados y cómo parar la apertura de una carretera, cada vez más cerca de la zona intangible.
Arauz respondió que hay que recabar más información sobre las condiciones de la explotación petrolera y el potencial económico de los bloques del Yasuní. “Hay una realidad macroeconómica, es la dependencia del petróleo, que no se puede superar de la noche a la mañana”. Conclusión: Arauz seguirá explotando el Yasuní y no reparará los daños ocasionados. Antonella Calle le replicó: “Usted no es ecologista (…) ojalá, si usted gana, no nos sigan persiguiendo como sí lo hizo Correa”.
Durante el programa, Arauz dijo que si fuera por él no le gustaría abrir la frontera petrolera hacia el sur, pero durante el debate cuando le preguntaron sobre este mismo tema afirmó que hay que “seguir explotando petróleo de forma responsable, siempre responsables también con la economía, tenemos que obtener esos dólares, refinar ese petróleo, industrializarlo aquí para dar más empleo en el Ecuador”. Arauz no plantea una política petrolera clara ni asume compromisos concretos.
La campaña de Arauz se enfoca mucho en la justicia climática trasnacional para deslindarse de las grandes contradicciones del correísmo en temas ambientales. Y el ejemplo más evidente es la explotación del Yasuní.
Cuando supimos que el fracaso de la Iniciativa Yasuní ITT no fue por la antipatía de las grandes potencias, sino porque el Plan B, siempre fue el Plan A (explotar el petróleo). La iniciativa Yasuní ITT se creó para tener el petróleo bajo tierra, para “evitar la emisión de 410 millones de toneladas de dióxido de carbono a cambio de una compensación monetaria internacional equivalente como mínimo al 50 % de las utilidades que recibiría en caso de explotar esas reservas (3.500 millones de dólares)” (WRM, 2010).
El 3 de agosto del 2010 el gobierno de Ecuador y el el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) firmaron el Fideicomiso Yasuní ITT, para proteger la gran biodiversidad del Parque, a los PIAVs y conseguir financiamiento internacional sin dañar la Amazonía. Una propuesta, a todas luces, súper revolucionaria. Un ejemplo para el mundo.
Todo fue una mentira y un montaje de la propaganda. Se proclamaron ecologistas a nivel internacional, dijeron que el mundo les había fallado. Correa justificó su modelo extractivista con “no podemos ser mendigos sentados en un saco de oro”. Metieron taladros en el Yasuní, dijeron que explotarían el 1×1000, adulteraron informes para que la Asamblea Nacional declarara la explotación del Yasuní como de “interés nacional”.
El Ministerio de Justicia cambió los mapas y desapareció a los PIAVs del área de influencia petrolera, inflaron las reservas diciendo que había 1600 millones de barriles de reservas probadas y justificaron un ecocidio y etnocidio en la zona más sensible del planeta. Después, se pararon de cabeza para evitar la consulta promovida por Yasunidos en 2014.
Destrozaron la joya de vida más valiosas para erradicar la pobreza, pero lo cierto es que la profundización del extractivismo petrolero y minero no respondieron a una política centrada en la redistribución de la riqueza. Nuestros recursos no renovables fueron parte del negocio para poder acceder a los créditos chinos. Actualmente, casi el 90% del saldo exportable de crudo se va para pagar la deuda externa con China y Tailandia.
El Ecuador explota 200 millones de barriles al año, entre empresas publicas y privadas. En los 13 años de gobierno de Alianza País, son 2600 millones de barriles extraídos, de estos se han comprometido a la deuda China 1300 millones de barrilles, para garantizar y cubrir el pago de la deuda de líneas de crédito con China y Petrotailandia. La región amazónica es devastada para pagar deudas chulqueras.
Mentirita dos: mega minería ¿responsable?
Otro de los momentos que generó reacciones en contra del candidato Arauz fue su visita a Azuay junto a jóvenes ambientalistas, ninguno conocido. Vamos a defender el Parque Nacional Cajas, escribió el 29 de marzo del 2021 en su cuenta de twitter. Jugando a ser Yaku Perez, el candidato hasta se tomó fotos tomando el agua del páramo, esa misma agua que su jefe Rafael mandó a contaminar.
En el plan de gobierno de la Unión por la Esperanza ni siquiera aborda el tema minero. Si no se enuncia no existe, y es entendible porque realmente el plan de gobierno de Arauz es consolidar el potencial minero del Ecuador. Coincide con Correa cuando afirma que la minería “puede ser nuestra última oportunidad para el desarrollo“. La Revolución Ciudadana representa la inauguración de la mega minería en Ecuador, acompañado del desplazamiento forzoso de poblaciones enteras que no fueron consultadas.
Lo que se le ocurrió al equipo de Arauz para regular el desarrollo minero es crear una comisión para auditorías de concesiones mineras para vigilar si cumplen con los planes inversión y de manejo ambiental. Cero intenciones de frenar la minería en fuentes de agua, ecosistemas sensibles, cero consultas.
El macizo del Cajas posee grandes extensiones de páramos, los humedales más importantes más grandes del país y una compleja red hidrográfica vital para el Austro. El parque ha sido acechado por extraños en busca de metales desde el 2002, pero fue la Revolución Ciudadana la que minó al Cajas. Rafael Correa incumplió el mandato minero y viabilizó los proyectos Loma Larga (Kimsacoha) y Río Blanco. Para 2009, contraloría determinó que el 60% de la subcuenca del río Yanuncay estaban concesionados a empresas mineras.
El correísmo convirtió al Parque Nacional Cajas en un complejo minero, criminalizó a los campesinos y activistas defensores del agua. Pero Arauz y su equipo de campaña hacen del cinismo la regla y se autoproclaman los adalides protectores de los páramos.
La propuesta no tan eco de Lasso
Sí, el plan y declaraciones de Arauz nos deja todo el tiempo con la sospecha, pero la propuesta de Lasso es más concreta, sincera y directa. No confunde con discursos ideológicos, es pragmática y pone a la economía por encima de la protección ambiental. La defensa de la naturaleza no ocupa un sitio estelar en el programa de gobierno del candidato Lasso, su plan es abiertamente extractivista. Pese a que Lasso hace una mención escueta de la transición a energías renovables, apunta a seguir nutriendo al Estado de las rentas del petróleo y minería con un aumento de la producción, es el candidato que ha asumido más compromiso con la ecología.
Lasso propone aumentar la producción petrolera, con mayor eficiencia estatal, pero con el protagonismo de la inversión de la empresa privada. Es sencillo, la minería y la explotación serán los dos grandes focos para atraer la inversión privada. El plan menciona varias veces: “con el sucesivo cuidado del ambiente” o “minería con estricto control ambiental”, frases para ponerle al plan un poquito de endulcorante.
Una de las afirmaciones más peligrosas de la propuesta de Lasso es que se está explotado la mitad del oriente ecuatoriano, pero “falta la otra mitad”. Hay que extraer hasta la última gota de petróleo: “incrementar la producción y exportación petrolera.
Explorando nuevos campos y siendo más eficientes en los ya existentes”. Al igual que Arauz, el potencial minero lo coloca como clave para el crecimiento de la economía, una gran fuente de ingresos. “Genera empleo, regalías y eje para la reactivación”.
El gordo de la inversión extranjera vendrá de la minería, de las actuales y nuevas concesiones. Fortalecer las hidroeléctricas, producir energía eólica y fotovoltaica serían sus alternativas, pero sin restarle protagonismo al petróleo y la minería. Este plan está alejado de una política de innovación y desarrollo científico en temas ambientales.
Combatir la inoperancia del Estado en el manejo de los sectores estratégico es un punto importante de este programa. Afirma que va a renegociar contratos petroleros bajo la modalidad de participación. La herencia del correísmo fue la entrega total de los recursos no renovables a las empresas privadas, en base a los contratos de prestación de servicios, donde las tarifas por extraer un barril de crudo eran más altas que el precio de venta internacional. El Estado pierde siempre, Petroamazonas EP está quebrada y tiene deudas millonarias con petroleras privadas y proveedores. Reestructurar los contratos de preventa y compromisos petroleros con China es otra de las propuestas.
Defender la naturaleza ha sido cosa seria
CREO obtuvo uno de los rendimientos electorales más bajos en su corta historia en la primera vuelta de febrero del 2021, justamente porque desatendió al voto juvenil y trató de forma laxa las demandas medioambientales, del movimiento de mujeres y diversidades sexuales. Más bien su postura hiperconservadora le costó perder un importantísimo porcentaje de la votación de la clase media. La segunda vuelta para Lasso representa un reinventar completo de su propuesta en temas ambientales. Este es el listado de eco-compromisos.
¿Aumentar sin reparo la explotación petrolera? Eso ya no, ahora en el debate presidencial ha hecho el compromiso de detener la expansión de esta frontera extractiva. Descontaminar ríos, cuidar los océanos y páramos buscar cooperación técnica internacional proteger la naturaleza. “Sí vamos a aumentar la producción petrolera pero respetando la frontera, respetando el ambiente y a las comunidades indígenas”.
La campaña de Lasso de segunda vuelta ha dado un giro, después de una primera donde el cuidado de la naturaleza no se codeaba con los temas estelares como la estabilidad económica y la generación de empleo. Ahora emprendió la campaña “encontrémonos con la naturaleza”: Vamos a liderar la transición hacia una economía verde, reducir el uso de plásticos de un solo uso, proteger a Galápagos de la pesca indiscriminada, control en límites marítimos. Con Lasso, Ecuador será líder ambiental del planeta, según su Twitter.
Vamos a liderar la transición hacia una economía verde. Para ser mejores socios del mundo, debemos encontrarnos por la naturaleza.
El camino hacia un Ecuador verde empieza por la protección de la Amazonía, las comunidades y la naturaleza.
Hay todo un mundo de oportunidades que debemos aprovechar, desde agricultura limpia hasta economía circular.
Lasso visitó la Amazonía la semana del 22 al 28 de marzo del 2021. En Pastaza, prometió llamar a consulta popular para definir el futuro del Yasuní. Además, el respaldo del recién electo asambleísta nacional Fernando Villavicencio, significó aceptar el compromiso de llamar a una consulta popular que prohíba la explotación minera en áreas ecológicamente sensibles y en fuentes de agua.
Antes, en sus redes sociales e intervenciones la ecología ocupaba el vagón de atrás. Hoy, está lleno de alternativas para superar el modelo dependiente de los combustibles fósiles, el impulso al turismo y el sector agropecuario. La defensa de la naturaleza ha sido cosa seria.
Con ambos seguiremos siendo exportadores de naturaleza
El movimiento ecologista no se identifica con ninguno de los dos candidatos, por eso muchos promueven el voto nulo. Representan las mismas prácticas que no supera el extractivismo petrolero y minero. Pese a ello algunas estas son las dos vías.
Los gobiernos que se dicen progresistas viven una eterna paradoja, y es en relación a la ecología, porque son igual o peor extractivista que los gobiernos neoliberales. Los izquierdistas acentúan de modo discursiva su distancia de un modelo neoliberal, pero nunca marcan distancia con los grandes capitales transnacionales y locales. El modelo de Arauz continúa siendo el neoextractivismo progresista, en donde ilusión desarrollista se funda en la bondad de los altos precios de los commodities (Svampa 2011). Por eso el gobierno de Arauz será la extensión del modelo de Correa que inauguró los mega proyectos extractivos. El Estado aparece como un actor económico relevante y de redistribución.
El modelo correísta al que representa Andrés Arauz sostiene que la renta extractivista percibida por el estado debe ser invertida en política social. Ningún experto hasta ahora ha encontrado vinculación entre el aumento de la renta extractiva y la disminución de la pobreza.
Ecuador tiene una deuda histórica con la Amazonía, pues después de una bonaza de una década, y la región es dos y tres veces más pobre que las otras del país. La pobreza aumentó, no disminuyó. ¿Buscaban redistribución del ingreso? En realidad aumentó la corrupción.
Son progresistas , pero depredan los bienes naturales, con el consecuente empobrecimiento de las poblaciones. La Amazonía vive en la permanente trampa de la maldición de la abundancia. La tasa de pobreza multidimensional entre el 2017 y 2019 ha aumentado en Ecuador 3.5 puntos, del 34.6% al 38.1%. Según la propia Senplades, en la Amazonía la pobreza subió tres puntos, del 5,6% en el 2006 al 47% en el 2012.
El plan de Arauz parece eco friendly, pero en realidad es eco eficientista. Es la continuación de un modelo anclado a una mentalidad rentista que sostiene un inmenso gasto público, sin importar el impacto negativo en los ecosistemas. Andrés el extractivista quiere vestirse de verde, pero la consigna sigue siendo la misma: hay que salir del extractivismo con más extractivismo. Seguir presos del “consenso de los commodities” (Svampa 2011), porque es imperativo el crecimiento, la rentabilidad, la redistribución y a lucha contra la pobreza.
Ahora le toca a Lasso. Su propuesta se apega al neodesarrollismo neoliberal. Es igual de tóxico que el anterior en materia ambiental, pero con la diferencia que el Estado es un metaregulador, que crea las condiciones para la inversión (Svampa 2011). El Estado está subordinado al mercado. La naturaleza es concebida como un recurso inagotable, en un tipo de economía que no halla transiciones a modelos alternativos, por lo que hay gran dependencia de las exportaciones y los precios internacionales de las materias primas.
El primer modelo privilegia el papel del Estado, preso de la mala administración y pactos con empresarios, el otro crea las condiciones para el negocio de la empresa privada, pero ambos representan la profundización de un modelo extractivista-monoexportador. Ambos promoverán mega proyectos extractivos, ambos esperan disfrutar de las mieles de sus rentas, para supuestamente “eradicar la pobraza”.
Conclusión: con ninguno de los dos asistiremos a la transcisión energética. Seguiremos siendo sociedades exportadoras de naturaleza, como dice Fernando Coronil.
Y ahora, y ahora…
Frente a dos candidatos que no superarán el extractivismo, el voto nulo se acerca en algo al derecho a la resistencia. Sin embargo, el voto nulo no va a gobernar. Por eso la pregunta es ¿y ahora?
En el debate presidencial la política ecológica fue un tema relleno, lo sabemos, pero en el debate ciudadano, en las organizaciones es un punto de inflexión para decidir. Para aquellos que han vivido la persecución, hostigamiento, linchamiento mediático, aquellos condenados y silenciados por defender la selva y los páramos les dejo la tarea de reflexionar.
En el informe del 2018, de la Mesa por la Verdad y Justicia Perseguidos Políticos Nunca Más se determinó que durante el gobierno de Correa el mecanismo de persecución fue el uso de la fuerza pública para ingresar a las comunidades y el hostigamiento a líderes indígenas, campesinos y activistas de la ecología. El Gobierno anterior, entre el periodo 2007-2017, impulsó la política de persecución y criminalización de una manera sistemática, estructurada y contundente, con el apoyo del sistema de justicia, reza el informe. El movimiento ecologista e indígena fueron la piedra angular de la oposición al correato.
No nos olvidamos de Dayuma, de la represión en la Cordillera del Cóndor, en Azuay, Intag, Tundaime, en todo el sur Oriente. Recordemos la criminalización de las mujeres amazónicas por defender su derecho a la vida y libre determinación, de cómo silenciaron la lucha de Bosco Wisuma o José Tendetza. Nos respira cerca al oído el retorno de un gobierno autoritario, que desaparece al disidente, que fracciona, inmoviliza, divide y amedrenta.
Con tinta verde, el correísmo escribió los derechos de la naturaleza y gastó millonadas para mejorar su imagen internacional en temas ambientales, pero casa adentro vivimos la más cruenta represión y censura.
Las cartas se han tirado y el 11 de abril tendremos nuevo presidente. Pero tenemos una sola jugada.
Después de todo creo que el verdadero debate no está solo en discutir cuál de las dos propuestas es más ecológicas, porque la una es una falacia disfraza de progresismo y la otra, aunque un poco tóxica con el ambiente, ha asumido compromisos clave en las últimas semanas.
No hay pueblo sin selva pero tampoco hay selva sin pueblo que la defienda, por lo tanto, el meollo del asunto es escoger a qué gobierno prefieres hacerle oposición. Sé que no te identificas con ningún modelo, pero debes escoger entre defender la naturaleza, los océanos, los animales, a las comunidades en un ambiente de libertad y de respeto a la disidencia, o morir en el intento enfrentando una dictadura.
Yo ya elegí ¿Y tú ya sabes por quién votar?
Referencias:
Masabanda, C. (2013) “Consulta previa en la décimo primera ronda petrolera ¿Participación masiva de la ciudadanía?”. Fundación Pachamama. https://amazonwatch.org/assets/files/2013-07-consulta-previa-en-la-11a-ronda.pdf
Svampa, M. (2011) “Pensar el desarrollo desde América Latina”. Seminario Latinoamericano “Derechos de la Naturaleza y Alternativas al extractivismo. Buenos Aires. URL:
http://maristellasvampa.net/archivos/ensayo56.pdf
WRM (2010) “Ecuador: primeros pasos para dejar el petróleo bajo tierra en el Yasuní. Boletín 157. 30 de agosto del 2010. URL: https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/ecuador-primeros-pasos-para-dejar-el-petroleo-bajo-tierra-en-el-yasuni/