Ayer los ecuatorianos sepultaron 14 años de historia que tuvo más oscuros que claros. El 52, 4o% de Lasso VS el 47,60% de Arauz era lo más o menos esperado: a simple vista, un país de bandos, con la polarización incrustada en el ADN. Sin embargo, este es el país que muchos sentimos superado cuando en un clima completo de paz, de agilidad inusual del CNE, con la prudente espera de Lasso para proclamarse ganador y la aceptación de los resultados por parte de Andres Arauz, pasadas las 19h00 por fin ya teníamos Otro Presidente.
Yo voto desde los 17 años, hoy tengo 26, y no recuerdo un proceso electoral tan catártico, transparente, sin tanto pito y con harta prudencia de muchos políticos en sus pronunciamientos. A nosotros nos acostumbraron a los apagones informáticos, al revanchismo, al paro afuera del CNE por la escasa confianza en el órgano electoral, pero ayer esto no parecía el Ecuador. Nunca antes vi tan feliz ante las cámaras a Diana Atamaint, porque esta jornada tranquila se convirtió en el lavado de cara que requiría la institución para poner bajo el tapete 14 años de turbierdades.
Sí, es el Ecuador, el de adeveras, el que nos quitaron y ayer lo recuperamos. Ayer por primera vez, nadie cuestionó los resultados electorales. Ayer, por primera vez, pude ver los datos sin que se caiga la página del CNE. Ayer no hubo apagón. Ayer, por primera vez, vi un tweet de profunda humildad aceptando los resutados del candidato del correísmo. Sin importar quiénes son, es fantástico, cuando dejas de pensar en clave binaria.
En una elección como esta, el tono del gallito de la Revolución Ciudadana huebira sido en otros tiempos: Este mal resultado lo provocó la mala propaganda de la prensa corrupta, primera vez que acierta Cedatos en las encuentas, porque es cómplice del banquero, etc. Pura arrogancia, pero ayer, por primera vez, leí el tweet más sensato de Rafael Correa. Se inaguraba como demócrata, si se abstenía de poner “que cese el lawfare”.
Sencillamente, a este país no lo reconozco, y quiero que se quede. Los millennials crecimos en esta vorágine. En el vaiven del blanco y negro, que no se detenía a ver los grises. Esta elección es una muestra de ello, que las cientos de tonaidades de grises importan, que el mundo no se reduce al imperialismo vs antiimperilismo, derecha vs izquierda, mestizos vs indígenas, ciudades vs campo, correísmo vs anticorreísmo, aunque esta elección sí se la lee como un claro castigo y sepultura del Socioalismo del XXI en Ecuador. Por suerte esa política tradicional que divide y coloca al otro como enemigo, ya se quedó atrás. Pero hay algo más.
19,74 % fue la votación de Lasso en primera vuelta, pasó con las justas, si asumimos que el proceso electoral de primera vuelta fue transparente. Saber qué cantidad de esos electores creen y promueven profundamente el modelo de Lasso es un incognita, pero lo que si es cierto, es que una parte de ese 19,74% fue presa del voto util. Pocos, sí, otros se atrevieron a votar por otros candidatos, con mejores propuestas, más sencibles y auténticas.
Hago esta reflexión porque si Lasso logró pasar del 19,74% de la primera vuelta a un 52,46% en segunda (por cierto, cosa única en la región) no fue por su estructura partidaria, ni porque mágicamente se engrosaron las filas de su partido CREO (sin desmerecer todo su trabajo duro, claro), sino los ecuatorianos cansados del odio. No políticos, políticos, feministas, ambientalistas, indigenas, mestizos, medios pobres, meidos ricos, de todo un poco. La diversidad no partidaria le dio el triunfo a Guillermo Lasso. Bueno, también la gran capacidad de aglutinarlos gracias a sus consultores políticos.
Guillermo Lasso es presidente porque un poco más de la mitad del Ecuador tiene memoria, porque parte del progresismo, movimientos sociales, ciudadanos hartos de la polarización, apostaron por el #EcuadorDelEncuentro. El nuevo presidente tendrá de arranque un gobierno débil, sin mayoría en la Asamblea y su permanencia dependerá del cumplimiento cabal de los compromisos adquiridos. Estamos tan sencibles, que el escrutinio público será permanete y a todas las costuras. Por eso, este debe ser un gobierno donde el concenso sea la praxis de la política y el diálogos y respeto a la diferencia, la regla, porque toda una comunidad crítica, lo ha sentado a Lasso en Carondelet.
Muchos de los que votaron por Lasso muy pronto se convertirán en su oposición y eso es sano en democracia. La gran diferencia es que no hay listas negras, ni pretenciones de hostigamiento a los disidentes, como sí sucedió los útimos 14 años del correato.
Ayer festejé porque perdió el odio y porque después de mucho tiempo conversamos con el adversario con respeto, como gente buena. Pero mañana empezaremos a exigir al nuevo presidente la consulta popular para proteger al Yasuní. Qué cumpla con la no ampliación de la frontera petrolera en la Amazonía. Qué cumpla con la consulta por un Parlamento Bicameral. Qué luche contra la corrupción de ahora y del ayer sin miramientos ideólígicos. Qué sea condecendiente y cumpla con los ciudadanos de a pie que votaron por él, no porque su propuesta sea de avanzada, sino porque confiaron en su capacidad de conciliación. “Hoy quiero extender mis manos” y “yo no tengo lista de perseguidos”, son las frases que dijo Lasso en su primera rueda prensa y quiero que eso resuene mucho rato.
Como a mí sí me persiguieron, ayer hubo muchas razones para festejar, pero yo realmente respiré. Respiro, pero hoy lucho y mañana también.